La estructura del crimen organizado en México ha cambiado una vez más con la aparición de tres nuevos grupos delictivos que ahora disputan territorio y control en varias regiones del país. Estos cárteles han surgido en medio de la lucha de poder entre los cárteles establecidos, intensificando la competencia y la violencia en algunas zonas.
De acuerdo con información de fuentes oficiales y reportes de inteligencia, estas nuevas organizaciones están formadas en su mayoría por disidentes de cárteles más grandes, que han decidido operar de forma independiente en busca de expandir sus operaciones. Cada uno de estos grupos parece haber adoptado una estrategia distinta para ganar influencia: algunos buscan alianzas con organizaciones ya consolidadas, mientras que otros prefieren una postura agresiva para intentar tomar el control de rutas estratégicas.
La entrada de estos nuevos actores está generando un incremento en la violencia y la inseguridad en zonas rurales y urbanas del país. Las autoridades han puesto en marcha operativos especiales para rastrear la actividad de estos grupos, pero hasta el momento se desconoce el alcance completo de sus operaciones.
Con la inclusión de estos cárteles al complejo mapa criminal, el panorama de seguridad en México se vuelve cada vez más incierto, haciendo que la pacificación de algunas regiones sea un reto mayor.