Lo que prometía ser un evento épico terminó dejando a los fanáticos divididos y con un sabor agridulce.
La pelea de exhibición entre Mike Tyson y Jake Paul, celebrada anoche en el AT&T Stadium de Texas, fue más un espectáculo que un combate memorable. Con una audiencia global siguiendo la transmisión exclusiva en Netflix, las expectativas eran altas, pero la acción dentro del cuadrilátero no estuvo a la altura de la leyenda de Tyson ni del espectáculo mediático que rodeó el evento.
Desde el primer campanazo, quedó claro que el tiempo había cobrado su precio en el cuerpo de Tyson, quien, a sus 58 años, no logró desplegar la agresividad que lo convirtió en un ícono del boxeo. Jake Paul, 31 años más joven, mostró movimientos efectivos pero sin la contundencia necesaria para hacer honor al enfrentamiento. La decisión unánime a favor de Paul pareció más una formalidad que una verdadera victoria.
Los críticos calificaron el combate como un truco publicitario, destacando que el aura de Tyson fue el verdadero atractivo del evento. Para algunos, fue decepcionante ver a una leyenda enfrentarse a un oponente que, aunque hábil, no está al nivel de los grandes rivales que “Iron Mike” enfrentó en su carrera.
Lo que quedó claro anoche es que Tyson sigue siendo un nombre que vende, pero el espectáculo no siempre estuvo a la altura de su legado.