Por primera vez desde el inicio del conflicto, Ucrania disparó misiles de largo alcance ATACMS suministrados por Estados Unidos contra objetivos en territorio ruso. Según el Ministerio de Defensa ruso, el ataque ocurrió en la región de Bryansk, donde seis misiles balísticos impactaron un punto estratégico. Rusia afirmó haber derribado cinco de ellos, mientras que el sexto causó un incendio en una instalación militar. Moscú reportó que no hubo víctimas ni daños graves.
El ejército ucraniano confirmó un ataque a un depósito de municiones cerca de la ciudad de Karachev, provocando al menos 12 explosiones secundarias, pero no especificó el uso de los misiles ATACMS.
Este evento ha elevado las tensiones entre Rusia y Occidente. Serguéi Lavrov, canciller ruso, declaró en el G20 de Río de Janeiro que este ataque representa una escalada directa del conflicto promovida por Occidente. Moscú advirtió que considerará a Estados Unidos como participante directo en la guerra si continúan estos ataques, lo que podría derivar en una respuesta más contundente.
En paralelo, el presidente Vladimir Putin aprobó cambios en la doctrina nuclear rusa, estableciendo que cualquier ataque respaldado por una potencia nuclear será tratado como una acción conjunta contra Rusia, intensificando aún más la incertidumbre geopolítica.
Estados Unidos, aunque confirmó a través de funcionarios el uso de los misiles, no ha emitido un comunicado oficial sobre su empleo en territorio ruso. No obstante, señaló que no le sorprendió la actualización de la doctrina nuclear rusa, reafirmando su monitoreo de la situación.
La utilización de estos misiles y los cambios en la postura nuclear rusa marcan un momento crítico en el conflicto, con posibles implicaciones a nivel global.